La vuelta al mundo con una cesta de mimbre
A la
primera persona que conocí que había dado una vuelta completa al mundo con una
cesta de mimbre fue Julián Ibarlucea, hijo de un carpintero de
Etxebarria, el pueblo vecino de Markina. En el mundo de la pelota, fue conocido
como Ibarlucea III, Julian o Tarzán. Cuando le preguntamos sobre
las diferencias que había entre jugar en Shangai o en la ciudad de México: “Fácil”,
respondió: “En China hablan chino, y en México, español”. Afirmación tan
rotunda habría sido matizada de inmediato por el viejo maestro Saussure. Por
otro lado, Tarzán no era un explorador del tipo de los que describe
Levi-Strauss. Quizá era un emigrante, pero un emigrante diferente que se ganaba
la vida con una cesta de mimbre. Varios miembros de mi familia se ganaron la
vida (y recorrieron el mundo) con esos artilugios. Entre ellos, uno de mis
bisabuelos, Domingo San Sebastián.
Domingo
San Sebastián (aunque
no siempre tuvo ese nombre) nació en San Sebastián y fue bautizado sub
conditione en la iglesia de San Nicolás de la Parte Vieja Donostiarra el 28
de marzo de 1862. Había sido abandonado por su madre el día anterior en la casa
de María Concepción Isasmendi, que se convirtió en su madrina. En la
partida de nacimiento aparece como Domingo Esposito. El niño fue entregado
a un matrimonio de Urnieta formado por Pio Gorriti, de Urnieta, y Leocadia
Elizagarate, de Andoain. En aquel momento, el matrimonio ya tenía cuatro
hijas. Leocadia acababa de perder una hija y podía ser la nodriza de Domingo.
Después de su llegada, nacieron dos hijas y dos hijos más. Pio formaba parte de
una dinastía de cesteros que tenían su taller en Karrika. Eso sí, en un pueblo
con tanta tradición en la fabricación de cestas, ellos eran los únicos que las hacían
para jugar a pelota (xistera). Domingo aprendió el oficio con sus tíos y primos.
Se
casó en Larraul con una mujer de este pueblo, Catalina Urretavizcaya en
1893. Él tenía 31 años y ella, 32. En el registro matrimonial aparece como Domingo
Gorriti Elizagarate. El matrimonio fijó su domicilio en Urnieta. Poco más
de nueve meses más tarde, nació una hija,
Josefa. Catalina falleció mes y medio más tarde y la niña le siguió a las pocas
semanas. El matrimonio no duró un año, pero sí se produjeron cambios. La hija
fue registrada como Josefa San Sebastián Urretavizcaya y, al padre, le impusieron con
el topónimo del pueblo de procedencia, Domingo San Sebastián (sin
apellido materno), según una norma de la Diputación de Gipuzkoa vigente hasta
1884. La tradición familiar dice que fue un cura de Urnieta quien forzó el “recambio”
de apellido. En el certificado de defunción de su hija, el apellido
Gorriti aparece burdamente tachado.
A
efectos profesionales, Domingo fue considerados siempre como uno de los Gorriti.
Acompañó a algunos de los primeros
pelotaris de cesta-punta que viajaron a las Américas (a Argentina y a Brasil). Estaba
en Brasil cuando fallecieron su mujer e hija. En aquel tiempo, los deportistas
llevaban a los cesteros para hacer reparaciones durante la temporada que duraba
entre cuatro y seis meses. La mayoría regresaban para la temporada de verano.
En aquellos años conoció, entre otros, a Melchor Guruceaga y a Pio
Lapeira “Frantxesa”.
Con Guruceaga, mantenía una amistad de antiguo. Incluso habían
jugado alguna partida siendo apenas unos adolescentes. Además, al pelotari le
gustaban las cestas que cosía su amigo. Tras una lesión en Buenos Aires,
Melchor y Domingo dieron forma a una cesta más abombada y manejable que las que
se utilizaban hasta entonces. El cestero llegó a coser hasta veinte
“herramientas” diferentes hasta dar con la fórmula. Iba a nacer la “mauser”
(que es la que, con pocas variantes, es la que se utiliza hoy en día). Frantxesa
que había comenzado su carrera como delantero, demostró la efectividad de la
“mauser” en la zaga.
Pio Lapeira (Lapeyre) había nacido en Xemein en 1874. El apodo “Frantxesa” lo había heredado de su abuelo Martin Lapeyre, un herrero nacido en Ainhoa, que había llegado a Xemein a principios del siglo XIX (el apodo se extendió a otros miembros de la familia).
Con quince años
se fue a jugar a las Américas. Estuvo en Argentina, Brasil y México. En la
inauguración de Frontón Fluminense de Rio de Janeiro (1891), haciendo
pareja con uno de los Uranga ganaron contra todo pronóstico a los favoritos,
Imaz y Naparra. Comenzó como delantero para jugar más tarde como zaguero con la
mauser. Regresó en 1894. En abril debutó en Madrid y ese mismo mes, el
día 14, jugó uno de los partidos de inauguración del frontón Euskalduna
de Bilbao.
Descendientes de
Martin Lapeyre eran también los Cazalis, una dinastía nutrida de excelentes pelotaris (cesta punta) y de una
gran raquetista, Olga Cazalis, hija de Cazalis III.
Frontón
Barcelonés
En octubre de 1893 se inauguraba el frontón Barcelonés. El éxito fue tal que, en 1896, se amplió su aforo en 1500 plazas más. Aquel año (1893) abrió sus puertas el frontón Condal que intentaba competir con el Barcelonés. Y allí se fue Domingo San Sebastián a fabricar cestas y coser pelotas. Frantxesa le presentó a su prima-hermana Tomasa Lapeyra (nacida en Lekeitio donde se habían instalado sus padres procedentes de Markina, que trabajaba como modista en la ciudad). En la capital catalana nacieron tres de sus hijos Miguel (1899), Juan (1901) y Fernando (1903).
En 1902, sin embargo,
se producen una serie de acontecimientos que afectan a la familia San Sebastián
Lapeyra, Ese año cerró por deudas el Barcelonés que fue demolido poco
después. También cerró, este por obras, el Condal que no fue
reinaugurado hasta 1905. Domingo y los suyos se trasladaron a Madrid. El padre
comenzó a trabajar en el frontón Euskal Jai, pero las cosas comenzaron a
ir mal. El mes de marzo de 1904, sin cumplir un año, falleció Fernando. Domingo
enfermó, falleciendo el 11 de noviembre de 1905. Entonces su viuda, embarazada,
regresó a Lekeitio con sus hijos. En Lekeitio nació el pequeño al que pusieron
de nombre Domingo.
Pero,
volvamos al viaje de Tarzán. Como muchos jóvenes de su generación (y las anteriores y posteriores) buscaron en
la cesta-punta, xistera, el jai-alai, un modo de vida. Él no fue una excepción. Comenzó a “ensayar”
en el frontón de la vecina Markina. Según él, “tarde” en comparación con sus dos
hermanos mayores. En 1934 salió del puerto de Barcelona hacia Alejandría, Egipto,
donde hizo escala para seguir hacia Shangai. En aquello momento, en China,
había dos frontones de jai-alai (hai-alai): uno en Shanghai y el otro en Tianjin.
En septiembre d, su nombre aparecía en los carteles del Forum
Uno trata de
imaginar cómo eran Shangai y China en aquellos días. Recurro a El Loto Azul
que recoge las correrías de Tintín por aquella ciudad. Sin olvidar La
condición humana de André Malraux. Una visión vasca del mundo chino la
encontramos, cómo no, en Pio Baroja (La estrella del capitán Chimista o Yan
si Pao o la esvástica de oro: Tengo la preciosa edición de Afrodisio Aguado de Yan si Pau... que seguro habría hecho las delicias de mi recordado Leopoldo Zugaza). Para
dar consistencia a lo imaginario desempolvé un viejo ensayo de mi época de
estudiante, El Pensamiento chino desde Confucio a Mao tse tung, de Herrlee
G. Creel, que, aunque da alguna
pista, en muchas cosas, ha quedado superado por la realidad del siglo XXI.
Cuando
llegaron los primeros pelotaris a Shanghai ya había vascos. Además de monjas y
frailes de diferentes órdenes religiosas, estaba el lekeitiarra Francisco S.
Aboitiz Achaval fundador de la Sino-Spanish
Trading,
encargada de importar brandy jerezano a China. Además, era director de la
empresa Aboitiz & Co, comisionista de vinos, tabacos y productos
españoles, y agente de diversas compañías españolas. La Sino-Spanish Trading fue registrada por Aboitiz junto a un socio chino, Wang Pao
Shun, y con el apoyo financiero del padre Gaudencio Castrillo (es decir, de la
Procuración Agustiniana de Shanghai) en 1924. Se dedicaba a la exportación de
intestinos secos, pieles de búfalo y tripas de cerdo, entre otros productos, y
la importación de conservas y salazones de pescado, sacos y, especialmente,
vinos españoles. No era el único lekeitiarra en Shanghai. En 1933, Rafael
Garramiola era el dueño del Restaurant Sevilla en la ciudad china.
No está claro si Garramiola era un marino o un pelotari.
La historia de la pelota vasca en Egipto y en la China continental está relacionada con Teodoro Jauregui, un personaje tortuoso y acomplejado. Hijo de madre soltera, se había criado en Markina. Estuvo muy poco tiempo en el seminario menor. En unas vacaciones descubrió la cesta punta y comenzó a jugar: primero, en Madrid y, luego, en diferentes países americanos hasta su retirada. En 1925, lo encontramos regentando los frontones de El Cairo y Alejandría, en Egipto con el armenio Assadurian. Estaba patrocinado por lo considerada entonces como su amante, Magda d’Andurain, vasca de Baiona que estaba muy bien relacionada con la administración militar británica (que eran la que mandaba en el país entonces). La ruptura con Magda precipitó su marcha a Shanghai. Allí, en la “concesión francesa” con Assadurian, puso en marcha un frontón. El otro frontón estaba en la concesión italiana de Tien Tsin, pero este lo regentaba un pariente del Conde Ciano. Por cierto, Jauregui se convirtió en el fundador y jefe de Falange en China.
Tarzán no estaba a gusto en China. Sus relaciones con Jauregui no eran buenas. El 13 enero de 1935, embarcó en el Asama Maru, desembarcando en San Pedro, el puerto de los Ángeles el 2 de febrero de 1935. Cruzó la frontera por Tijuana y se dirigió a ciudad de México donde Francisco Berrondo -con quien había jugado en la ciudad china- le había conseguido trabajo en el frontón. Berrondo, un vasco nacido en Barcelona, fue considerado uno de los mejores de su tiempo. Tres años más tarde, las autoridades mexicanas prohibieron las apuestas, así que el frontón cerró y la mayor parte de los pelotaris de su cuadro, incluido Tarzán, se trasladaron a La Habana. Allí pasó casi una década.
Ciertamente el accidente había sido sumamente grave. Urgentemente el herido fue llevado a una clínica donde le observaron una fractura en la lámina externa del frontal y después también en la interna.
Tarzán Ibarlucea volvió y, un año más tarde, inició en México la etapa más brillante de su carrera.
La Habana era ya la capital mundial de la cesta-punta (Jai Alai). Cuando llegó Tarzán se encontró con amigos, vecinos de Markina y de Etxebarria y a sus dos hermanos Patxi, el mayor era el contratista de la cafetería del frontón. Ernest Hemingway, aficionado a la pelota y amigo de pelotaris, lo recuerdo en su poema First Poem to Mary in London.
Joseba Sarrionandia, a través de Cecilia Arrozarena, nos ha dejado en su El Roble y la Ceiba, apuntes sobre la vida de algunos de aquellos pelotaris. También otros vascos como algunos clérigos exiliados, entre estos Andrés Untzain, amigo asimismo de Hemingway.
Pero, volvamos a Tarzán. De él se conoce la anécdota del terrible pelotazo que sufrió en la cabeza durante un partido en el “Palacio de los Gritos”, el frontón de La Habana, que casi lo mata y que impresionó al mismo Ernest Hemingway, más por la actitud del pelotari que por el impacto de la pelota. La pelota venía de rebote, siendo devuelta por Guillermo, se enganchó y la pelota le pegó en la cabeza.
Jesusa Mallukiza Legarra con Julián Ibarluzea
Gerrikabeitia el día de su boda,
En México jugó muchos partidos con su amigo Berrondo. La rivalidad de éste con el ondarrutarra Guillermo, otro de los grandes, se mantuvo a lo largo de la carrera de ambos. El momento álgido, como cuanta Francisco Turrillas, llegó hacia 1947 en un partido en el Frontón México. Se había organizado un campeonato con seis parejas de ases. Dos de ellas la conformaban Tarzán (Ibarlucea III)-Berrondo; Isidoro Salsamendi, “El Jorobado”, y Guillermo era otra. Guillermo tenía 37 años y Berrondo superaba los 40.
La
noche que se enfrentaron estas dos parejas el frontón estaban a rebosar. Innumerables
las celebridades en las gradas esa noche. El palco presidencial presidido por
la esposa del presidente de la República. Actrices como Esther Williams tras
desplazarse en su avión privado desde Los Ángeles. Orson Wells se fumaba un
enorme habano junto a Errol Flynn. Hemingway se había desplazado desde su finca
“Punta Vigía” cerca de La Habana. Músicos como Agustín Lara, actores como
Cantinflas. “Babe Ruth”, gran amigo de Guillermo, se vino desde Vero Beach
(Florida) donde entrenaba la pretemporada del béisbol. Al por el entonces primer
ministro cubano, Prío Socarrás, también se le vio en el palco presidencial
junto a la primera dama mejicana.
El
partido, sin embargo, fue malo. Muchos nervios y pocos tantos buenos. Un
partido que no pasaría a la historia salvo por el grave incidente protagonizado
por Guillermo y “Tarzán” Ibarlucea.
El zaguero ondarrutarra iba por detrás
en el marcador y los nervios cada vez más a flor de piel. Buscaba y no
encontraba pelota de su gusto y estalló. Agarró la caja de pelotas y la tiró al
aire desparramando todas las pelotas por toda la cancha. El público reaccionó
entre carcajadas y protestas. “Tarzan” Ibarlucea debió de hacer algún
comentario que encendió aún todavía más al “Monarca”. Guillermo contestó con
algo muy fuerte porque Tarzán se avalanzó como un loco hacia
Amutxastegi con una pelota sujeta en el puño y le tiró un golpe a la cara. El
ondarrés detuvo el golpe con la zurda. El público rugía, cada cual azuzando a
su contendiente favorito.
“El
Jorobado” Isidoro Salsamendi y Paco Berrondo, “El Caballero de las Canchas”, a
duras penas consiguieron separar a los dos contendientes. La cosa se
tranquilizó y se pudo acabar el partido. Ganaron Tarzan Ibarlucea y Berrondo; el campeonato también.
Antes de su
retirada, jugó en Markina, en Miami y en Dania, en Estados Unidos. Finalizó su
vida en tierra vasca en 1995.
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