Los antepasados vascos del rey Arturo
¿Cuándo
comenzaron a emigrar los vascos? Sabemos que, por ejemplo, mercenarios vascos
lucharon junto a Aníbal en la Segunda Guerra Púnica, quedando reflejado en varios
versos, que a su vez narran diferentes batallas, del poema Punica de
Silio Itálico, entre otros: “Ni los cerretanos, antaño campamento del héroe
de Tirinto, o el vasco, no acostumbrado al casco, se demoraron en tomar las
armas” (…) “Y cuando Catón, olvidándose de su primera edad, llena su
mente de ardor guerrero, traba combate, se lanza contra los enemigos y arrebata
de las mortíferas armas el joven, a quien acosaban el ágil vascón y el cántabro
con una lluvia de flechas”.
Se tiene
constancia de la presencia de vascos en el ejército romano al menos desde el
siglo I adC, tanto en cohortes
como en las legiones
y en la guardia pretoriana. En estas dos últimas unidades, solo se integraban
tras conseguir la ciudadanía romana. Eso sí, en su mayoría, los vascos de la
época (vascones, várdulos, caristios, autrigones y berones) formaron parte de
cuerpos auxiliares de Roma. Estos cuerpos auxiliares fueron un enorme elemento
de romanización debido a que eran reclutados los hombres en disposición de
luchar del mismo grupo étnico y en no pocas ocasiones de reciente sometimiento
y eran trasladados a frentes alejados de sus hogares consiguiendo perder al
cabo de los años su carácter nacional y quedando romanizados, además, con su
licenciamiento, se les era otorgada la ciudadanía romana.
También es cierto que, en muchos casos, los vascos llevaron sus ritos y
creencias. Así, donde se encontraban los acuartelamientos vascos de High
Rochester, había numerosos altares dedicados a Minerva que apuntan a la
existencia de una divinidad femenina asimilada a la Diosa roma. Roger Collins
señala que “la inscripción del siglo II del fortín militar XIX del Muro de Adriano
parece dar a entender que la unidad en conjunto se había puesto bajo la
protección espiritual de un grupo de deidades femeninas. Este es el único caso
en que hace la dedicatoria un cuerpo de tropas en lujar de uno de sus
oficiales. José Miguel de Barandiarán nos mostró por
primera vez la figura y el culto a Mari por parte de los primitivos vascos. Y,
por lo visto, estos llevaron este culto a los confines del mundo romano. Ángel
Ortiz-Osés ha dejado escrito: “Mari es la diosa total (Pantea): en su figura
convergen (…) funciones que en otras mitologías aparecen dispersas o repartidas
en diferentes genios y númenes. Esta diosa acaparadora es `omniparente´, en el
doble sentido de que lo pare o engendra todo y de que todo lo enlaza e implica.
La Biblia vasca debería comenzar con este prólogo:
En
el principio era la Tierra
y
la Tierra era Mari
y Mari
era todas las cosas.”
Fragmento
del muro de Adriano en el norte de Inglaterra (British Tourism)
Roger
Collins resalta que el ejército romano reclutó tropas auxiliares entre tribus
vascas identificables. Incluso antes de que se iniciara el proceso,
probablemente en los tiempos de la reorganización del Ejército por el emperador
Augusto, parece que el potencial militar de los vascos fue apreciado por al
menos algunos generales romanos. Gayo Mario que había combatido en Hispania,
tenía una guardia personal compuesta por varios miles de esclavos obtenidos
entre los bardietanos, hoy reconocidos con los várdulos de la actual provincia
de Gipuzkoa. A su regreso del exilio en África, en el año 87 a. C. los llevó
consigo a Roma para amedrantar a sus adversarios. Y su conducta llegó a ser tan
atroz, que finalmente Sertorio ordenó su exterminio.
Los várdulos
también contribuyeron a las fuerzas de Roma de una forma más institucionalizada,
ya que entre ellos se reclutó al menos una cohorte de infantería montada
auxiliar. “Es interesante señalar pasó los únicos periodos de los que existe
documentación en el norte de Inglaterra, destinados principalmente en las fortificaciones
auxiliares de High Rochester, treinta y siete kilómetros al noroeste de
Corbrigde, en Northumberland. Numerosas inscripciones del siglo III d.C.
halladas en este fuerte mencionan la I Fida Vardollorum Equitata.
Concretamente están en forma de dedicatorias a emperadores de la dinastía
Severa, en especial Caracalla (211-17), Heliogábalo (218-22) y Severo Alejandro
(222-35). El primero parece haber recompensado a la unidad concediéndole el uso
del epíteto “Antoniana”, tomado de su propio nombre Marco Aurelio Antonino, que
aparece por primera vez en una inscripción fechada en 216 D.C.
Fragmento
del muro de Adriano en el norte de Inglaterra (British Tourism)
La cohorte
de los várdulos no era la única unidad de origen vasco destacada en Britania.
Dos inscripciones, una de las cuales se ha perdido, prueban la existencia de un
cuerpo llamado Cohors II Vasconum Civium Romanorum.Esta
había estado destinada antes en Germania, donde Tácito nos narra que su
valerosa intervención en el año 70 salvó la comprometida situación en la que se
encontraba el legado Vócula, acampado cerca de Novesio (hoy Neuss, Bajo Rhin),
quien fue atacado por los sublevados durante las revueltas del Imperio del 69
dC. Esta cohorte fue posteriormente destinada a Britannia y el año 156 a la Mauritania Tingitana. El pretor Casius Longinus tuvo su
guardia personal formada por berones, que le salvaron la vida en un intento de
apuñalamiento en el 48 a.d.C. Augusto la tuvo formada por vascones
calagurritanos, que fueron licenciados tras vencer a Marco Antonio. La
costumbre de guardias personales formadas por hispanos fue muy común entre los
generales, debido a su fidae y devotio hacia el jefe.
Pero,¿qué
movía a los indígenas a alistarse en los ejércitos de los colonizadores,
púnicos y romanos? José María Blázquez habla de graves problemas económicos. Es decir, lo que ha movido a la
mayoría los vascos a emigrar a lo largo de los siglos: la economía.
Pierre
Lhande señala que, en aquel tiempo, “cuando el valle se hacía demasiado pequeño
o los hijos demasiado numerosos, los jóvenes bárbaros invadían el país vecino:
‘Guarda las fronteras de la patria
–el conde Galactorius Fortunat, obispo de Poitiers (699)-. Que el Cántabro te tema; que el Vascón errante tenga miedo de tus armas
y no confíe más en el apoyo que encuentra en las rocas de los Pirineos: Pipin
los rechazó hasta los Pirineos; después las reales piraterías de los soberanos
devastaron las vastas llanuras de Navarra, y los vascos tuvieron que abandonar
un país desprovisto de bosques, saqueado y pelado por aquellos espléndidos bandidos”.
La
media de permanencia en el Ejército romano era de veinticinco años. Muchos
vascos regresaron entonces a sus pueblos “del Pirineo”. Pero, algunos se
quedaron y unieron su suerte a la de los nativos cuando Roma se retiró. No es
aventurado pensar que alguno de ellos pudo ser antepasado directo del rey
Arturo.
Bibliografia
Carlos Alvar, “Album”, p. 22, en Anónimo, La muerte del rey Arturo, Madrid (1996), Alianza.
Graham Webster, The Roman Conquest of Britain: Rome Against Caratacus, London (1981): B.T. Batsford, p.131.
José
María Blázquez, La Romanización, Vol. 2.,
Madrid (1986): Itsmo.
Pierra Lhande, L’emigration basque,
Paris (1910): Nouvelle Libraire Nationale.
Santiago Segura Mungia, Mil años de
historia vasca a través de la literatura greco-latina, Bilbao (1997):
Universidad de Deusto.
Roger Collins, Los Vascos,
Madrid (1985): Alianza.
Ángel
Ortiz-Osés, La diosa madre, Madrid (1996): Trotta
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