Los antepasados vascos del rey Arturo

Edward Burne-Jones.The last sleep of Arthur.

¿Cuándo comenzaron a emigrar los vascos? Sabemos que, por ejemplo, mercenarios vascos lucharon junto a Aníbal en la Segunda Guerra Púnica, quedando reflejado en varios versos, que a su vez narran diferentes batallas, del poema Punica de Silio Itálico, entre otros: “Ni los cerretanos, antaño campamento del héroe de Tirinto, o el vasco, no acostumbrado al casco, se demoraron en tomar las armas” (…) “Y cuando Catón, olvidándose de su primera edad, llena su mente de ardor guerrero, traba combate, se lanza contra los enemigos y arrebata de las mortíferas armas el joven, a quien acosaban el ágil vascón y el cántabro con una lluvia de flechas”.

Se tiene constancia de la presencia de vascos en el ejército romano al menos desde el siglo I adC, tanto en cohortes como en las legiones y en la guardia pretoriana. En estas dos últimas unidades, solo se integraban tras conseguir la ciudadanía romana. Eso sí, en su mayoría, los vascos de la época (vascones, várdulos, caristios, autrigones y berones) formaron parte de cuerpos auxiliares de Roma. Estos cuerpos auxiliares fueron un enorme elemento de romanización debido a que eran reclutados los hombres en disposición de luchar del mismo grupo étnico y en no pocas ocasiones de reciente sometimiento y eran trasladados a frentes alejados de sus hogares consiguiendo perder al cabo de los años su carácter nacional y quedando romanizados, además, con su licenciamiento, se les era otorgada la ciudadanía romana. También es cierto que, en muchos casos, los vascos llevaron sus ritos y creencias. Así, donde se encontraban los acuartelamientos vascos de High Rochester, había numerosos altares dedicados a Minerva que apuntan a la existencia de una divinidad femenina asimilada a la Diosa roma. Roger Collins señala que “la inscripción del siglo II del fortín militar XIX del Muro de Adriano parece dar a entender que la unidad en conjunto se había puesto bajo la protección espiritual de un grupo de deidades femeninas. Este es el único caso en que hace la dedicatoria un cuerpo de tropas en lujar de uno de sus oficiales.  José Miguel de Barandiarán nos mostró por primera vez la figura y el culto a Mari por parte de los primitivos vascos. Y, por lo visto, estos llevaron este culto a los confines del mundo romano. Ángel Ortiz-Osés ha dejado escrito: “Mari es la diosa total (Pantea): en su figura convergen (…) funciones que en otras mitologías aparecen dispersas o repartidas en diferentes genios y númenes. Esta diosa acaparadora es `omniparente´, en el doble sentido de que lo pare o engendra todo y de que todo lo enlaza e implica. La Biblia vasca debería comenzar con este prólogo:

En el principio era la Tierra

y la Tierra era Mari

y Mari era todas las cosas.


Fragmento del muro de Adriano en el norte de Inglaterra (British Tourism)

Roger Collins resalta que el ejército romano reclutó tropas auxiliares entre tribus vascas identificables. Incluso antes de que se iniciara el proceso, probablemente en los tiempos de la reorganización del Ejército por el emperador Augusto, parece que el potencial militar de los vascos fue apreciado por al menos algunos generales romanos. Gayo Mario que había combatido en Hispania, tenía una guardia personal compuesta por varios miles de esclavos obtenidos entre los bardietanos, hoy reconocidos con los várdulos de la actual provincia de Gipuzkoa. A su regreso del exilio en África, en el año 87 a. C. los llevó consigo a Roma para amedrantar a sus adversarios. Y su conducta llegó a ser tan atroz, que finalmente Sertorio ordenó su exterminio.

Los várdulos también contribuyeron a las fuerzas de Roma de una forma más institucionalizada, ya que entre ellos se reclutó al menos una cohorte de infantería montada auxiliar. “Es interesante señalar pasó los únicos periodos de los que existe documentación en el norte de Inglaterra, destinados principalmente en las fortificaciones auxiliares de High Rochester, treinta y siete kilómetros al noroeste de Corbrigde, en Northumberland. Numerosas inscripciones del siglo III d.C. halladas en este fuerte mencionan la I Fida Vardollorum Equitata. Concretamente están en forma de dedicatorias a emperadores de la dinastía Severa, en especial Caracalla (211-17), Heliogábalo (218-22) y Severo Alejandro (222-35). El primero parece haber recompensado a la unidad concediéndole el uso del epíteto “Antoniana”, tomado de su propio nombre Marco Aurelio Antonino, que aparece por primera vez en una inscripción fechada en 216 D.C.

Fragmento del muro de Adriano en el norte de Inglaterra (British Tourism)

La cohorte de los várdulos no era la única unidad de origen vasco destacada en Britania. Dos inscripciones, una de las cuales se ha perdido, prueban la existencia de un cuerpo llamado Cohors II Vasconum Civium Romanorum.Esta había estado destinada antes en Germania, donde Tácito nos narra que su valerosa intervención en el año 70 salvó la comprometida situación en la que se encontraba el legado Vócula, acampado cerca de Novesio (hoy Neuss, Bajo Rhin), quien fue atacado por los sublevados durante las revueltas del Imperio del 69 dC. Esta cohorte fue posteriormente destinada a Britannia y el año 156 a la Mauritania Tingitana. El pretor Casius Longinus tuvo su guardia personal formada por berones, que le salvaron la vida en un intento de apuñalamiento en el 48 a.d.C. Augusto la tuvo formada por vascones calagurritanos, que fueron licenciados tras vencer a Marco Antonio. La costumbre de guardias personales formadas por hispanos fue muy común entre los generales, debido a su fidae y devotio hacia el jefe.

Pero,¿qué movía a los indígenas a alistarse en los ejércitos de los colonizadores, púnicos y romanos? José María Blázquez habla de graves problemas económicos. Es decir, lo que ha movido a la mayoría los vascos a emigrar a lo largo de los siglos: la economía.

Pierre Lhande señala que, en aquel tiempo, “cuando el valle se hacía demasiado pequeño o los hijos demasiado numerosos, los jóvenes bárbaros invadían el país vecino: ‘Guarda las fronteras de la patria –el conde Galactorius Fortunat, obispo de Poitiers (699)-. Que el Cántabro te tema; que el Vascón errante tenga miedo de tus armas y no confíe más en el apoyo que encuentra en las rocas de los Pirineos: Pipin los rechazó hasta los Pirineos; después las reales piraterías de los soberanos devastaron las vastas llanuras de Navarra, y los vascos tuvieron que abandonar un país desprovisto de bosques, saqueado y pelado por aquellos espléndidos bandidos”.

La media de permanencia en el Ejército romano era de veinticinco años. Muchos vascos regresaron entonces a sus pueblos “del Pirineo”. Pero, algunos se quedaron y unieron su suerte a la de los nativos cuando Roma se retiró. No es aventurado pensar que alguno de ellos pudo ser antepasado directo del rey Arturo.



Bibliografia

Carlos Alvar, “Album”, p. 22, en Anónimo, La muerte del rey Arturo, Madrid (1996), Alianza.

Graham Webster, The Roman Conquest of Britain: Rome Against Caratacus, London (1981): B.T. Batsford, p.131.

José María Blázquez, La Romanización, Vol. 2., Madrid (1986): Itsmo.

 Pierra Lhande, L’emigration basque, Paris (1910): Nouvelle Libraire Nationale.

Santiago Segura Mungia, Mil años de historia vasca a través de la literatura greco-latina, Bilbao (1997): Universidad de Deusto.

 Roger Collins, Los Vascos, Madrid (1985): Alianza.

Ángel Ortiz-Osés, La diosa madre, Madrid (1996): Trotta


  

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