El autor al que no se podía ver
El génesis según Sebastiao Salgado
"La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo,
y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas".
Génesis, 1.2
Así estaba la cosa antes de que pudiese hablarse de cultura. Comencemos por el principio del todo y por el autor invisible (¿Invisible? ¿Seguro?: Harold Bloom nos ofrece otra posibilidad: ¿Y si el Pentateuco -para concretar más: Génesis, Éxodo y Números- fuese obra de una mujer? Bloom no ofrece esta posibilidad en su Libro de J). Habíamos aprendido que Elohin (Dios) que fue quien inspiró a Moisés los cinco primeros libros de la Torá (Pentateuco): Bere 'schit (Génesis), Shemot (Éxodo), Vayikrá (Levítico), Bemidbar (Números) y Devarim (Deuteronomio). Esa inspiración llegó cuando el pueblo judío deambulaba por el desierto tras su huida de Egipto. La Torá forma parte del Tanaj, junto a los Ne'evim (Profetas) y los Ketuvim (Escritos).
Hay un dato (o dos) que no podemos olvidar. Para empezar: había judíos antes de que se escribiese la Torá, lo que no comienza a ocurrir hasta el año 1250 a. de C. Fue entonces cuando Elohin (Dios) escribió directamente su texto. El único que sabemos que fue escrito directamente por Él: las mal llamadas "tablas de la ley". El término correcto sería Tablas del Pacto. Las Tablas en cuestión tenían grabadas en ellas el texto de las diez expresiones (mandamientos). Pero, ¿cómo estaban escritas aquellas expresiones? Sabemos que, aproximadamente desde el siglo X a.C., el idioma hebreo se escribía utilizando el alfabeto paleohebreo, una variante del alfabeto fenicio. Más adelante, el pueblo judío adoptó el alfabeto arameo. Este acabó evolucionando hasta dar lugar al alfabeto hebreo, usado también en la actualidad.
Por generaciones, la Torá se transmitió por escrito. El texto de la Torá (Sefer Torah) es el objeto más sagrado del judaísmo. Cada palabra debe ser cuidadosamente escrita a m ano por un escriba (sofer) que, para ello, debe haberse preparado durante siete años. La Torá debe ser escrita sobre una piel de animal kosher. La Torá más antigua de cuántas se conocen se encuentra entre los Manuscritos del Mar Muerto que, en su mayoría, datan del año 250 a.C. al 66 d.C., antes de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por los romanos en el año 70 d.C.
La Torá de Bolonia (1482)
Cuando se "descubrió" la galaxia Gutemberg, la primera estrella fue la Biblia, una edición de la Vulgata, impresa por el mismísimo Johanes Gutemberg en Maguncia. La primera referencia impresa a la Torá y en hebreo se debe al sefardí Abrahan Ben Garton que había emigrado a Calabria antes de la expulsión de los judíos de la Península. En 1475 publicó comentarios sobre la Tora del rabino Rashi (Schlomo Yitzaki) considerado con el más excelso comentarista del Tamud. En enero de 1482 fue impresa en Boloña (Italia) una Torá completa. Reúne los textos del Pentateuco, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento. Además, fue el primero que indicaba las notas de vocalización necesarias para su lectura ritual. Yo tengo la edición bilingüe del rabí Mordejai Babor.
"Como es bien sabido, a los judíos les estaba prohibido escrutar el futuro.
La Torá y la plegaria los instruyen, en cambio, en la rememoración".
Walter Benjamin,
Como 3500 años más tarde, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que estamos en el futuro ya estamos, creo, en el futuro (presente judío) iniciemos nuestro paseo en el número 19 de la calle Bergrasse de Viena donde se encuentra la casa en la que vivió Sigmund Freud durante 47 años. Hoy alberga su museo que recibe 100.000 visitas al año. Sorprendente, teniendo en cuenta de cómo tuvo que salir de la ciudad. Sobre este episodio, hay un libro maravilloso y divertido de Anthony Burgess, Fin de las noticias del mundo, que uno debería leer de tiempo en tiempo. Estoy comenzando a divagar. ¿Por qué Freud?. Sobre todo porque a él se debe el ensayo Moisés y la religión monoteísta recogida en Escritos sobre judaísmo y antisemitismo. Freud comienza perorando sobre si Moisés era realmente un judío de pura cepa: "Ningún escrúpulo, sin embargo, podía inducirnos a eludir la verdad en favor de pretendidos intereses nacionales". Como hemos visto, la cuestión no es baladí habida cuenta del papel que jugó Moisés en el desarrollo de esta historia.
A lo largo de la historia, episodios de la Torá y, en general, del Tanaj han sido tema para los artistas más grandes. Rembrandt, Pussin, Caravaggio, Schonfeld, Jean Leon Géróme,... La relación sería interminable, quizá por ello una opción de síntesis puede ser visitar el Museo de Marc Chagall en Niza, que nació como Musée National del Message Biblique (hoy solo Musée National Marc Chagall) con la ayuda de Andre Malraux en su época de ministro de Cultura. Que nadie se asuste: es un museo que merece la pena. Aunque hay otras obras, para el tema que nos interesa, se puede contemplar la series sobre el Génesis y El éxodo. También hay una tercera serie sobre el Cantar de los Cantares.
Con la coral de la congregación Shaar Hashomayim y Gideon Zelemyer (cantor)
El Tanaj, asimismo, ha inspirado algunas de mis canciones favoritas. Es el caso de Where you lead compuesto por Carole King (en colaboración con Tony Stern) que recibe influencias del Libro de Ester. Otra es Turn, turn, turn, compuesta por Pete Seeger. La letra de esta última es copia literal del capítulo 3 de Libro de Eclesiastés (Coheleth) cuya autoría se atribuye al mismísimo rey Salomón, con la imprescindible inspiración de Elohin. Hay versiones notables de The Byrds y de Judy Collins. En You want it darker, Leonard Cohen recita un prólogo su propio Khadish. La versión del congregación Shaar Hashomayim con el cantor Gideon Zelemyer es impresionante. No podemos olvidar, claro, la ópera Nabuco de G. Verdi, especialmente, su Coro de los esclavos hebreos.
Milton dicta "El Paraíso perdido" a sus hijas
En Tanaj ha dejado huella e inspiración en un sinfín de obras maestras de la literatura europea: En El paraíso perdido del inglés John Milton (1667), un largo poema épico en el que se narra la pérdida del paraíso de Adán y Eva. En Franz Kafka, en especial El proceso y La condena (en la que un padre condena sin motivo aparente a su hijo a morir ahogado; el hijo, como Abraham cuando Dios le ordena sacrificar a su hijo Isaac, cumple el veredicto). La influencia del Libro de Job en la obra kafkiana es notable. Más evidente aún es en Job. Romance de un hombre sencillo (1930), del escritor austriaco Joseph Roth, que actualiza la historia de Job contando la vida de un emigrante judío en EEUU a principios del siglo XX, que sufre constantes reveses en su vida. Matusalén es otro tema recurrente. Desde La Vuelta a Matusalén de George Bernard Shaw a La muerte de Matusalén de Isaac Bashevis Singer. En este milenio, por ejemplo, El cazador de autógrafos, de Zadie Smith, que cuenta del viaje a la tierra prometida (en este caso, en busca de un autógrafo) de un joven londinense de origen chino y judío. Sobre Caín y Abel, hay obras maravillosas: La balada de Caín, con la que Manuel Vicent ganó en Premio Nadal de 1986, o el Caín de Saramago (2009). Miguel de Unamuno nos ha dejado su Abel Sánchez.
Crucifixión blanca, de Marc Chagall
"El resto de esta historia, con Jesús como Mesías, se desarrolla ya en época romana, - concluye Schwanitz, que no había leído a Bloom, Harold-. Los cristianos abandona la idea de justicia en favor de una amnistía general, y los judíos en cambio, eligen en papel de Job en insisten en la justicia, con lo que despiertan en los cristianos la sospecha de haber fallado moralmente. Pero los cristianos retroceden en la fase del sacrificio humano -con la crucifixión de Cristo-, una barbarie que los judíos habían suprimido con el derecho y los griegos con la tragedia. Los cristianos pagan este retroceso con el filósofo Hegel quien reintroduce la justicia en forma de "proceso" dialéctico de la historia universal. Desde entonces siempre hay alguien que acusa a otro de atentar contra las leyes de la historia, con el resultado de aumentar masivamente el número de víctimas humanas: la historia universal se convierte en Juicio final".
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