CASTILLOS Y CONVENTOS

 


Para un niño de mi generación, lo medieval eran el Príncipe Valiente, el Capitán Trueno, el Rey ArturoIvanhoe, incluso el Guerrero del Antifaz (aunque este último no me gustó nunca, jamás: ¡¿Qué credibilidad puede tener un guerrero cuyo hijo se llama “Adolfito”?!).  Luego, llegaron lecturas más serias con el Cantar del Mio Cid, algunos de cuyos versos se incluían en las “lecturas” de los manuales de Lengua en el Bachillerato, y uno, en lugar de estudiar Lengua, se aprendía de memoria aquellos fragmentos:

¡Merced, ya rey e señor, por amor de caridad!
La rencura mayor non se me puede olvidar
oídme toda la cort e pésevos de mio mal,
los infantes de Carrión, que m' desondraron tan mal.




El Cantar del Mio Cid pertenece al Mester de Juglaría. Eso sí lo aprendí entonces. Este Mester concreto es el "conjunto de la poesía -épica o lírica-  de carácter popular difundida durante la Edad Media  por los juglares". Por otro lado, quienes saben de estos menesteres, han descubierto influencias de la Chanson de Roland en el Cantar del Mio Cid. Ambos forman parte de los llamados cantares de gesta, junto al Cantar de los Nibelungos (Alemania) o el Cantar de las Huestes de Igor (Rusia). De temática similar aunque algo anteriores en el tiempo están  Lebor Gabála Érenn (Irlanda) y Beawulf (Inglaterra).


Pero donde un niño del 53 descubría “lo medieval” era en el cine y ahí, claro, era el Rey Arturo lo llenaba casi todo: Los caballeros de la Mesa Redonda (1953), con Mel Ferrer haciendo de Rey Arturo, con Robert Taylor, de Lancelot (Lanzarote) y Ava Gadner de reina Ginebra Ivanhoe (1952), de nuevo con Robert Taylor y, esta vez con Elisabeth Taylor, … Muchas de estas películas eran carne de sesión matinal o de funciones de sesión continua y, por supuesto, de chistes fáciles. “Un viejo y una vieja quitándose la ropa entran en un maizal. ¿Cómo se titulaba la película?: Iban joe, ja, ja,ja”. Por lo que se refiere en concreto al Rey Arturo, se han seguido produciendo películas con diferentes variantes sobre el personaje: Merlín el Encantador (1963)Monty Python and the Holy Grial (1975)La guerra de las Galaxias (1977)ExcaliburIndiana Jones y la última cruzadaEl primer caballero (1995), El Rey Arturo (2004)La última legión (2007), …



Abro paréntesis: De pequeño, mi personaje favorito era el Príncipe Valiente. La historia original se titulaba El Príncipe Valiente en los días del Rey Arturo. Había nacido como una historieta que comenzó a publicarse en Estados Unidos y, luego, en los 1950, comenzó a publicarse en castellano. Todo ello sin olvidar la película que protagonizó un joven Richard Wagner. Por cierto, un primo de mi abuelo, Fernando Wes, que diseñaba ropa y decorados para el teatro, me hizo un disfraz que cosió su hermana África. Cierro paréntesis.


Además de tebeos y películas, había leído Ivanhoe, de Sir Walter ScottUn yanky en la Corte del Rey Arturo, de Mark Twain o Los hechos del Rey Arturo y sus nobles caballeros, de John Steinbeck, sin embargo, me faltaba la historia original. De dónde había salido aquel torrente de inspiración. Hace unos años leí La Búsqueda del Santo Grial, traducida por Carlos Alvar, y, luego, La muerte del Rey Arturo, una maravillosa edición a cargo asimismo de Alvar. Ambas forman parte de la Vulgata artúrica de gran difusión en la Edad Media. Todo esto complementado por "interpretaciones" como las de Chretien de Troyes (Lancelot, el caballero de la Carreta o Perceval, el Cuento del Grial), Thomas Mallory (La muerte de Arturo), John Steinbeck (El rey Arturo y sus caballeros) que, además, nos cuenta la muerte de Merlín. Y, de esta forma, comencé a entender el misterio de la vida de Arturo si existió alguna vez o solo es un mito de la mitología o bien de la literatura franco-inglesa pre-medieval. Hay quien mantiene que no solo fue una invención literaria si no que existió realmente entre los siglos VI y IX. Arturo habría nacido exactamente en la zona de Cornualles, después de la caída del Imperio Romano.  



En resumen:  Arturo fue hijo natural del rey Uther Pendragon de origen normando y de la reina Gorlois de Cornualles, de origen celta. Al poco de nacer su madre muere y queda en manos de su padre natural, siendo odiado y despreciado por la familia del duque de Cornualles, enemigo y esposo de la reina Gorlois. Su hermanastra, Morgana, una niña de siete años, fue enviada a la tierra natal de su madre por orden del nuevo duque, sucesor de su padre el fallecido duque de Cornualles. Morgana se criaría con sus tías- cuatro- hermanas de su madre en la tierra de Avalon. Cuenta la leyenda que fue el mago Merlín quien se lo llevó de Cornualles a un destino misterioso para poderle enseñar y adiestrar en diferentes estudios y artes caballerescas. Prácticamente podríamos decir que Merlín no tan solo fue la niñera del joven Arturo, sino padre y madre, además de consejero y amigo. Pero... ¿Existió Merlín? ¿Qué se sabe de este personaje? Además de Merlín, está Excalibuir, la fiel espada de Arturo creada por el hada del lago para su padre Uther Pendragon. Con la espada conseguiría la paz, la justicia y que su reino fuera un lugar privilegiado donde todo sería justo. La gran mayoría apuntan de que su forja se encontró en Avalón, otros que fue en un lago próximo a dicho lugar. 


En la foto, Ginebra (Ava Gadner) y Lancelot (Robert Taylor).

Pero, la (s) historia(s) perdería(n) todo su sentido sin dos personajes esenciales: Lancelot y la reina Ginebra y sus amores prohibidos. Y es que las virtudes caballerescas ya no eran lo que habían sido. Las relaciones ilícitas de Lancelot le impiden dedicarse a lo que realmente importa: recuperar el Santo Grial. Cunde la desconfianza y, como suele suceder en estos casos, la Tabla Redonda se divide y sus miembros acabaron despedazándose unos a los otros. Como recuerdan los  estudiosos de la literatura los valores caballerescos no fueron capaces de hacer frente a las camarillas características del sistema feudal. 

Carlomagno el constructor


Carlomagno, nieto de 

En los orígenes de Roncesvalles-Orreaga, se mezclan la historia y la leyenda. Se cuenta que cuando, a finales del siglo VIII, en el verano del 778, el poderoso ejército de Carlomagno, vencedor de lombardos, sajones, eslavos y ávaros, restaurador de la gloria del Imperio Romano, tuvo en este lugar el descalabro que, más que la historia, han popularizado la leyenda y la poesía.

Apenas medio siglo más tarde de lo que hoy se conoce como batalla de Roncesvalles, Einhard en su Vita Karoli Magni, escribe;

 

“Mientras se combatía asiduamente y casi sin descanso contra los sajones y ya estaban colocadas las guarniciones a lo largo de los puntos estratégicos de las fronteras, Carlos atacó España con el mayor contingente bélico que pudo. Atravesó el desfiladero de los Pirineos, aceptó la rendición de todas las fortalezas y castillos que encontró a su paso y volvió con el ejército sano y salvo, si se exceptúa que, a su regreso, tuvo ocasión de experimentar la perfidia vascona en las mismas cumbres de los Pirineos. Como el ejército avanzaba en larga columna, a lo que obligaba la estrechez del lugar, los vascones, emboscados en lo alto de los montes –porque la espesura de los numerosos bosques que hay en aquel lugar lo hace favorable a las emboscadas –se lanzaron sobre los bagajes y sobre los que cubrían la retaguardia, protegiendo a los que le precedían, y los arrojaron al fondo del valle. Una vez entablado el combate, mataron a todos hasta el último y, tras saquear los bagajes, se dispersaron con gran rapidez al amparo de la noche que ya se acercaba. Los vascones tenían a su favor la ligereza de las armas y la disposición del lugar donde se luchaba; los francos, por el contrario, resultaban inferiores por el peso de las armas y la aspereza del terreno. En este combate mataron al general Egibardo, al conde palatino Anselmo y al prefecto de la marca de Bretaña, Roldán entre otros muchos. Este hecho no se pudo vengar inmediatamente, porque el enemigo, terminada la lucha, se dispersó de tal modo que  ni siquiera quedaron indicios de donde se les pudiera buscar”.

 

En la Chanson de Roland los atacantes vascones son sustituidos por sarraceos. Aún conoció Roncesvalles una segunda batalla entre vascones y francos en el año 824.

 

Arturo Campión público en 1877 una leyenda, Orreaga, relacionado con la anterior:

 

Es medianoche. El rey Carlomagno está en Espinal con todo su ejército. No hay ni luna ni estrellas en el cielo; a lo lejos brillan hogeras en los montes. Los francos cantan en el pueblo; los lobos aúllan en Altobiskar; los vascongados afilan sus hachas y sus dardos en las piedras de Ibañeta.

Carlomagno, acongojado, no duerme, junto a la cama de su pajecillo lee una historia de amor; un poco más lejos el fuerte Roldán limpia la famosa espada Durandarte; mientras tanto, el buen arzobispo Turpín reza a la Santa Madre de Dios.

-Paje mío- dice Carlomagno el rey- ¿qué rumor es ese que rompe el silencio de la noche?

-Señor –le responde el paje-, son las hojas de bosque de Iratí, más grande que el mar, que se mueven con el viento

-Ay, niño querido, parece el grito de la muerte y mi corazón se

Amedrenta

La noche está sin luna y sin estrellas; brillan hogeras en medio de los montes; los francos duermen en Espinal; los lobos aúllan en Altobiskar; los vascongados afinan sus hachas y sus dardos en las piedras de Ibañeta.

-¿Qué ruido es ese? –pregunta de nuevo Carlomagno; y el paje ya dormido, no le contesta.

-Señor –dice Roldán el fuerte-, es el torrente de la montaña, es el balido

De los rebaños de Andresaro.

-Parece un gemido –dice el rey franco.

-Así es, señor –le responde Roldán-; esta tierra llora cuando se acuerda

De nosotros

Carlomagno, inquieto, no duerme; la tierra y los cielos está sin luz; los lobos a úllan en Altobiskar; las hachas y los dardos de los vascongados

Brillan entre los robles de Ibañeta.

-¡Ay! –suspira Carlomagno-, no puedo dormir; y la fiebre me quema.

¿Qué ruido es ese? –y Roldán, dormido, no le contestó.

-Señor –dice el buen Turpín-, rezad conmigo. Ese estruendo es el canto de guerra de Vasconia, y hoy es el último día de nuestra gloria.

El solo brilla en la montaña; Carlomagno vencido huye <con su capa colorada y su birrete de palmas negras>. Los niños y las mujeres bailan en Ibañeta. Ya no hay extranjeros en Basconia, y hasta el cielo sube el ‘irrintzi’ de los montañeses.

 

Por otro lado, descubierto hacia el año 812 el que se dice sepulcro del apostol Santiago al pie del monte Gibredón, comenzaron a acudir peregrinos a la iglesia Compostelana, y los procedentes de Francia habían de cruzar el Pirineo por el puerto de Ibañeta, lugar pavoroso asociado a la batalla de Roncesvalles.

No parece dudoso que, desde tiempo inmemorial, existiera en el alto del puerto de Ibañeta una capilla o refugio, donado al monasterio de Leyre en 1071 por Sancho, el de Peñalén. Para mejor protección de los caminantes, el obispo Sancho de Larrosa mandó construir en 1127 por Sancho, el de Peñalén. Para mejor protección de los caminantes, el obispo Sancho de Larrosa mandó construir en 1127 un hospital. Pero, el alto de Ibañeta no ofrecía el abrigo suficiente dadas las inclemencias meterológicas del lugar, y, en 1132 el obispo decidió trasladar el hospital a un lugar más abrigado, que es el que ocupa la actual Real Colegiata. Sancho el Fuerte mandó edificar la iglesia en 1194, terminándose las obras en 1215.

La fama del hospital, los ecos de la derrota de Carlomagno y la aparición de la Vírgen, patrona del Pirineo, atrajo durante siglos a millares de peregrinos. Los que iban de camino de Roncesvalles no dejaban de orar antes la supuesta tumba de los doce pares de Francia o ante la Cruz de Roldán. Ya lo expresó en el siglo pasado el arquitecto francés Marquet de Vasselot: “Roncesvalles no es un santuario más de Navarra, ni siquiera un santuario más de Europa; Roncesvalles es un santuario internacional”.

 


Fotograma de El nombre de la rosa

Hay otro paréntesis que abrir. Sobre todo, por si hay alguien que pueda pensar que no pasó nada desde que los bárbaros del norte se instalaron en  Roma y comenzaron lo que Dietrich Schwnitz llama "cuatrocientos años de confusión". Eso sí, en este periodo aparecen los monasterios que albergaban una forma superior de vida religiosa. "Como ocurre entre los deportistas, en los monasterios, la vida era sumamente disciplinada y ascética, estando el desarrollo de la  jornada rigurosamente establecido. (...) El lema era: Ora et labora, reza y trabaja; en una palabra, se vivía sometido a unas férreas reglas. (...) En la Baja Edad Media (550-850)los monasterios fueron islas de civilización. (...) fueron fundamentalmente grandes escritorios donde se salvaron, copiaron y conservaron los manuscritos que hemos heredado de la antigüedad". Umberto Eco nos dejó en El nombre de la rosa apuntes de como podía ser la biblioteca de una de aquellos monasterios. 

 

 

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