HIGHSMITH, PATRICIA
"Al escribir un libro, a la primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo".
Patricia Highsmith
Algunas de las mejores obras de suspense han sido escritas por mujeres. Agatha Christie es, sin duda, la gran maestra. Qué decir de Patricia Highsmith, la otra gran maestra. Paula Corroto ha comparado la obra de Christie y de Highsmith. "Patricia Highsmith es adentrarse en otro terreno. No solo en lo literario. La personalidad de la escritora norteamericana es muy distinta a la de la británica. Esta pertenecía a la clase alta, refinada, del Imperio británico. Viajó cuando casi nadie más viajaba. Se casó con un arqueólogo con el que conoció las excavaciones de Siria e Irak. Todo eso está en sus novelas, que poseen mucha de esa cursilería 'british' de la gran potencia mundial de la época. Highsmith, por el contrario, es la opresión, la represión, la perversión, Freud y otro mundo".
Patricia Highsmith nació en Fort Worth, Texas, el 19 de enero de 1921. Era hija de diseñadores gráficos y pertenecía a una clase media de unos Estados Unidos que empezaban a florecer como gran potencia tras el fin del Imperio británico. Desde muy joven, le interesaron las enfermedades mentales, las psicopatías. Empezó ganándose la vida como escritora de cómics, pero, y en esto sí coincide con Christie, conoció el éxito literario desde muy pronto. A los 29 años, en 1950, publicó ‘Extraños en un tren’, que Alfred Hitchcock llevó al cine al año siguiente.
Highsmith envió sus primeros relatos a varias publicaciones de la época sin éxito. No obstante, uno de sus escritos cayó en manos de Truman Capote, que ya era un escritor célebre en la época. Impresionado, Capote la recomendó para recibir una beca, lo cual le permitió pasar un verano en el retiro de artistas de Yaddo, donde escribió su primera novela, Extraños en un tren. Finalmente se publicó en 1950, con un éxito resonante. Al año siguiente, Alfred Hitchcock la llevó al cine, en lo que se considera una de las grandes obras maestras del mago del suspense (Hitchcock y Highsmith se admiraron mutuamente a lo largo de toda su carrera). Novela y película apenas se parecen, pero esto dispararía la fama de la escritora, sobre todo en Europa, adonde se trasladaría a vivir en 1963, después de haber publicado también El precio de la sal, que firmó como Claire Morgan y que narraba una historia de amor entre dos mujeres. No admitió que era la verdadera autora —al igual que su homosexualidad— hasta 32 años más tarde. A España la llevaría Jorge Herralde con Anagrama y, al principio, recuerda Toni Hill, “le decían que no tenía el nivel para la editorial”. Confieso que todo lo que leído de Highsmith ha sido en Anagrama: El Cuchillo, Catástrofes y Mar de fondo, y, por supuesto, su manual Suspense. Cómo se escribe una novela de intriga.
En 1955, Highsmith creó al que sería su personaje más popular, Tom Ripley, en El Talento de Mr. Ripley, que tendría cuatro secuelas. Ripley es un joven culto, educado y agradable y, al mismo, tiempo, un estafador, un sociópata y un asesino sin escrúpulos. Ha tenido un sinfín de rostros en sus adaptaciones al cine, entre los que cabe destacar Alain Delon en A pleno sol (1960) o Dennis Hopper en El amigo americano (1977), entre otras.
Desde que alcanzó la independencia económica como escritora, residió en Europa: en Gran Bretaña, Francia y Suiza. Su vida personal fue muy turbulenta y, en sus últimos años, tuvo un grave problema de alcoholismo. Solía afirmar que prefería la compañía de los animales a la de los seres humanos, y vivía rodeada de gatos. También criaba caracoles en los jardines de sus sucesivas casas. Mantuvo algunas relaciones sentimentales, casi siempre con mujeres, aunque afirmaba que prefería la amistad con hombres. Escribió desde los dieciséis años un diario que, al llegar su muerte, sumaba ocho mil páginas. Desde su adolescencia, era atea y se consideraba de izquierdas; aunque a veces disfrutaba escandalizando a sus conocidos haciendo comentarios racistas o antisemitas.
Son muchas más. Me encanta la israelí Batya Gur, por ejemplo. Hay dos escritoras vascas que destacan en el género: Dolores Redondo y Eva García
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