GREENE, GRAHAM
Una de las películas que siempre que la veo me impresiona es El Tercer Hombre: la historia, la fotografía, la interpretación, especialmente la de Orson Welles (y no solo). También la banda sonora de Antón Karas y su cítara. Tengo un recuerdo especial de la versión para guitarra de Víctor Luque, un legendario músico asturiano, que actuaba en Doña Dulcinea, un no menos legendario local de Avilés. Poco a poco, iba conociendo la historia de la gestación de la película. Carol Reed, el director y productor, encargó a Greene el guion de la película, y este decidió escribir antes una novela sobre la que estructurar mejor la historia. Tendría 16 o 17 años cuando leí el libro y no me gustó. Estaba bajo los efectos de la película. Por aquellos días, comencé a leer libros "de espías". El vecino de arriba, Fernando Gómez-Pallete, me dejó Una pequeña ciudad de Alemania. Este me gustó más.
Pasaron unos años hasta me reencontré con Greene. Leí, en hora y media de reloj, El que pierde gana, que no me produjo una sensación especial, y, casi al mismo tiempo, El factor humano que me pareció fantástico. Volví a leerlo cuando preparaba Nuestro hombre en Bilbao, la historias de las actividades de un agente del MI6 en esta ciudad duranta le II Guerra Mundial.
Nación en Berkhamstead en 1904 - Vevey, Suiza, 1991) Estudió historia en Oxford y en 1926 inició su trayectoria periodística en The Times, del que más tarde sería subdirector. Posteriormente ejerció como crítico cinematográfico y director literario de la revista The Spectator; durante la Segunda Guerra Mundial, fue miembro del MI6. En sus primeras novelas, entre las cuales destacan Orient Express (1932) y Una pistola en venta (1936), Greene combinó un hábil tratamiento de la psicología de los personajes con las técnicas de la narrativa de espionaje, género que lo cuenta entre sus mejores maestros, junto a figuras como John Le Carré, Frederick Forsyth o Ian Fleming. Tanto Le Carr4é como Fleming fueron miembros de los servicios de Inteligencia británicos. A estas obras siguieron Brighton, parque de atracciones (1938), El poder y la gloria (1940), El revés de la trama (1948), El tercer hombre (1950) o El fin de la aventura (1951). Todas ellas presentan personajes presionados por el factor ambiental, que luchan por su liberación o su afirmación. La problemática católica -el autor se convirtió al catolicismo en su juventud- no afecta ni entorpece el curso ágil de sus tramas argumentales ni convierte la acción redentora de los personajes en una lección moral. El tercer hombre es quizá su novela más conocida, debido a la adaptación cinematográfica de Carol Reed (con guión del propio Greene), en la que Orson Welles interpretó magistralmente a Harry Lime, una de las grandes creaciones del escritor. Graham Greene acentuó la visión pesimista que tenía de la condición humana en novelas posteriores como El americano impasible (1955), Nuestro hombre en La Habana (1958), Un caso acabado (1961), El cónsul honorario (1973) y El factor humano (1978). Autor prolífico, también cultivó el relato y el drama; El cuarto de estar (1951) es su pieza teatral más conocida.
El protagonista de El factor humano es Maurice Castle un burócrata envejecido en el MI6. . Casado con una mujer negra africana de la que se enamoró durante su estancia anterior en la Sudáfrica del apartheid, ahora vive una vida tranquila en los suburbios y espera retirarse. Al comienzo del libro, se ha averiguado por donde se fuga la información de la sección africana de Londres donde trabaja y eso amenaza con interrumpir su precaria tranquilidad. Castle y su colega más joven, Davis, ignoran la investigación resultante, pero cuando acusan a Davis con pruebas circunstanciales y "se deshace de ellas" en voz baja, Castle comienza a luchar con preguntas sobre la lealtad, la moralidad y la conciencia. Por un lado, Castle emprende su trabajo diario profesionalmente, y está dispuesto a hacer lo que sea más que necesario tanto para Davis como para Daintry, su jefe. Por otro lado, Castle está agradecido a Carson, quien, como comunista, ayudó a la esposa de Castle a escapar de Sudáfrica. A cambio, Castle decide ayudar a los comunistas, creyendo que así ayudará al pueblo de su esposa, sin saber que Moscú siempre lo ha usado con propósitos completamente diferentes. Castle suministra información a los servicios secretos soviéticos sobre África no por convencimiento comunista sino como pago al KGB por haberle sacado de Sudáfrica sano y salvo junto con su mujer e hijo, ambos negros y ambos perseguidos por el NIS del presidente afrikáner Marais Viljoen. Maurice Castle no tiene miedo de ser acusado de traidor a su patria, sino a no poder vivir con su mujer y su hijo, pues esa es su verdadera patria.
Más que acción o alta política, El factor humano construye su suspense centrándose en las cargas psicológicas de los peones en el juego: la duda y la paranoia generadas por una cultura del secreto, la amoralidad sofisticada de los hombres situados en la parte superior y, sobre todo, las lealtades (¿A quién, a qué y a qué costo?) Los personajes de Greene son retratos psicológicos completos ubicados en el contexto de la Guerra Fría y el impacto de los asuntos internacionales en las vidas complicadas de los individuos y viceversa. La interacción de la política internacional en el nivel individual es una marca registrada de este autor. También es marca de la casa "la línea de acción tranquila" que ha descubierto Patricia Highmith en la obra de Greene cuando esta no está condicionada por los imperativos de una producción cinomatrográfica.
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