FUENTES, CARLOS

 



"No hay peor servidumbre que esperanza de ser feliz".

- Carlos Fuentes, Diana


Carlos Fuentes es uno de "mis" escritores mexicanos. Me admira y admiro su cultura, su estilo, su forma de tratar las historias, el fondo de las mismas. Su empeño en dar contenido a la "filosofía de los mexicano". Además, como referencia y guía, utilizo mucho su Geografía de la novela. He (re)leído Cambio de piel, la novela prohibida por la dictadura franquista (el Ministerio de Información y Turismo de de Fraga Iribarne) por "pornográfica, antirreligiosa, comunistoide  projudíay antialemana".  La obra termina así: "Adiós, dragona. Y no olvides a tu cuate". También he leído un par de veces Diana o la cazadora. Mis favoritas:  algunas  las que se desarrolla, en "el tiempo histórico de la Revolución mexicana" (utilizando sus palabras). Especialmente, Gringo viejo - con película incluida- y, sobre todo, La muerte de Artemio Cruz. He vuelto a leer esta última en la versión de Muchnik con edición de Javier Ordiz y he vuelto a disfrutar.


Con Cortázar y Buñuel


Carlos Fuentes nació el 11 de noviembre de 1928 en Panamá, donde su padre comenzaba su carrera diplomática como representante de México. Posteriormente fue trasladado a Washington. Llegó a México a la edad de 16 años donde estudió la Preparatoria y  Historia y Geografía de México. Se licenció en Derecho por la UNAM. En 1950 viajó a Europa y realiza estudios de Derecho Internacional en la Universidad de Ginebra. En 1959 publicó sus primeros cuentos titulados "Los días enmascarados". Durante los años sesenta vivió en París, Venecia, Londres y México. En 1962 escribió "Aura". En los setenta estuvo en el Instituto Woodrow Wilson de Washington. En 1972 se convirtió en miembro de El Colegio Nacional: fue presentado por el poeta Octavio Paz.  Fue embajador de México en Francia (1972-1978) cargo al que renunció en el momento en el que Gustavo Díaz Ordaz fue nombrado embajador de México en España. El ex-presidente estaba considerado como el responsable de la represión del movimiento estudiantil del 68 en Tlatelolco. En 1984 recibió el Premio Nacional de Ciencias y en 1987 se le otorgó el Premio Cervantes. En 1994 presentó su novela Diana o la cazadora solitaria, obra de carácter autobiográfico en la que reflejaba el México de la década de los sesenta. En 1995 se publicó en España su obra Nuevo tiempo mexicano en la que aborda la revuelta de Chiapas como un llamamiento a las conciencias. En 1997 publicó su libro de cuentos La frontera de cristal. A finales de 1998 publicó Los años con Laura Díaz y entrado el año 2000 sacó una recopilación de fragmentos de toda su narrativa en Los cinco soles de México, memoria de un milenio. Recibió, entre otros, el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Cervantes en 1987, el Príncipe de Asturias de las Letras en 1994, la Condecoración de Gran Oficial de la Orden de la Legión de Honor de Francia en 2003 y en 2009 la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en agosto de 20014 y Doctor honoris causa por varias universidades entre ellas Harvard, Cambridge y Nacional de México. El conjunto de su obra narrativa, que denominó "La edad del tiempo", está atravesado por una reflexión constante sobre la historia y la política de su país, sus orígenes, su cultura, el complejo mosaico que conforma la sociedad mexicana y los problemas que afectan al país. No obstante, Fuentes también incurrió en obras de tono fantástico. Carlos Fuentes murió el 15 de mayo de 2012 en la Ciudad de México.



La muerte de Artemio Cruz relata los últimos momentos de la vida de un hombre poderoso, un soldado revolucionario, un amante sin amor, un padre sin familia... un hombre que traicionó a sus compañeros, pero que no pudo soportar las heridas que le infligió el destino. Carlos Fuentes nos revela los procesos mentales de un viejo que ya no es capaz de valerse por sí mismo y que se halla postrado ante la muerte inminente e indigna, pero su voluntad -que le ha otorgado una posición sobresaliente en la sociedad- se resiste a dejarse vencer. Usando una brillante técnica narrativa, que reúne en un solo texto el consciente, el subconsciente y la narración objetiva, el pasado, el presente y el futuro, Fuentes nos conduce por las entrañas de la Revolución, el sistema político mexicano y la idiosincrasia de las clases dirigentes.



La novela se desarrolla  a lo lar trece capítulos, en  estructura no convencional, la historia fluye -por distintas fugas- a través de seis décadas del siglo XX mexicano. Desde el rural novecento y hasta la más cosmopolita década de los años sesenta, vemos a Artemio Cruz exhibiendo a un tipo que va en un ascenso público constante, pero con una historia interna desintegrada.



"Abrazar un espacio y todos sus tiempos no basta -afirma Fuentes-: hay que abrazar también a los hombres y a las mujeres vivos que viven en estas tierras y que portan estos tiempos, es decir, estas culturas. Esta es la falla de Artemio. La revolución es incluyente. pero la carga es excesiva, el tiempo y el especia de México 'son losas muy pesadas para un solo hombre'. Artemio es el hijo excluyente de una revolución incluyente. ¿Es un traidor? No lo creo. Excluye porque la totalidad es demasiado exigente 'para un solo hombre'".

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