COLETTE

 


Colette forma parte de ese grupo de escritoras francesas cuya trayectoria vital, por lo menos, iguala su obra. Además de Colette, Beauvoir, Duras, Yourcenar, Sagan, Sand. Todas ellas fueron, sobre todo, mujeres libres.




Precisamente, de Colette, se ha dicho que fue “la mujer más libre de Francia”. Como recordaba Eva Güimil, pasó de bailar semidesnuda en clubs nocturnos a presidir la Academia Goncourt. El gobierno francés la condecoró con la Legión de Honor y fue la primera mujer admitida como miembro por la Academia Goncourt, que acabaría presidiendo. A su muerte recibió un funeral de estado, pero la iglesia se negó a honrarla por estar divorciada, no una sino dos vecesSidonie-Gabrielle Colette, uno de los grandes orgullos de las letras galas, admirada por Proust y Cocteau, vio como sus obras triunfaban en Broadway y en Hollywood, pero para muchos no dejó de ser nunca la desclasada que exhibía su bisexualidad sin tapujos y se cimbreaba con los pechos descubiertos en cabarets de Montmartre”.

 



Pero sus inicios literarios llegaron de la mano de un compañero de dos patas, su primer marido, el crítico y periodista Henry Gauthier-Villars 'Willy', a quien conocía de su infancia en Borgoña. Era 13 años mayor que ella –la diferencia edad con sus amantes fue una constante en su vida y en su obra– y un mujeriego espabilado y bien parecido con mucho éxito entre las damas de la alta sociedad. Aunque no era exactamente escritor, Willy era más bien un vendedor de humo con un ejército de escritores a su servicio sobre cuyos textos sólo colocaba su firma. El tal Willy conocía la pericia literaria de Colette. Durante su noviazgo se habían cruzado abundante correspondencia y los textos de ella rebosaban gracia, sensualidad y picardía. Él, que no era un escritor dotado, pero tenía olfato para los negocios, no tardó en pedirle un texto en el que rememorase su niñez en la Borgoña. Colette le entregó 650 páginas que no parecieron dejarlo muy satisfecho lo que la hizo sentirse “aliviada por volver a mi diván, con mi gata, mis amigos y mis libros”. Pero a Willy sí que le había gustado el texto. Tanto que lo publicó con su nombre. Había nacido Claudine, uno de los grandes personajes de Colette.

 



He leído Claudine en Paris, además de Duo, La ingenua libertina y El trigo verde. Esta última novela se encuentra entre los cien mejores libros del siglo XX, según los lectores de Le Monde y clientes de la FNAC. A Colette, se le lee fácil. Hay algo que llama la atención de su escritura: su punto de ingenuidad -eso sí, manteniendo siempre la sensualidad y el punto de rebeldía-, sobre todo cuando se trata de Claudine. Luego, la facilidad que la escritora tiene para describir personajes, situaciones y lugares. Una de las obras de Colette, Gigi, fue llevada al cine en 1958. Más recientemente, en 2018, la vida de Colette fue llevada al cine por Wash Westmoreland.

 

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