COHEN, Leonard
Allen Ginsberg y Leonard Cohen
"El texto es el trueno que
después retumba largamente."
Walter Benjamin
Cuando comencé a leer la poesía de Leonard Cohen lo tenía "clasificado" como una especie de rama canadiense de la generación beat. Ocasionalmente (pensaba yo) componía canciones para mi admirada Judy Collins. Luego, descubrí que comparto con Joseba Zulaika afición por la poesía y la música de Cohen, lo que me tranquiliza. Joseba, además de un antropólogo de relevancia internacional, es un notable poeta en lengua vasca. He releído algunos los libros de Cohen en tiempo de cuarentena. Muchos de sus textos cobran incluso actualidad. De entre todos, mi favorito sigue siendo “Flores para Hitler” que lo he releído más veces y que algunos consideran su mejor poemario.
Mi primer libro fue "La Energía de los Esclavos" con traducción del recordado Antonio Resines (que tradujo otros poemarios de Cohen y algunas cosas de Bob Dylan).
El comienzo de La Energía de los Esclavos es contundente:
"Bienvenida a estas líneas.
Hay una guerra en marcha,
pero trataré de que te encuentres a
gusto".w
El libro apareció en 1972 y su traducción en 1974: "Después de ser padre, y tras un tiempo de recapacitación, -escribe Cohen- volví a sentir confianza en mí mismo; me di cuenta de que buena parte de mis depresiones habían venido por las drogas y me replanteé todo. Saqué La energía de los esclavos, un nuevo libro poético de textos en verso libre... son quizás mis versos favoritos: En ellos di rienda suelta a todo el cinismo que llevaba encima, un cáustico examen de la política y de las guerras que asolaban el mundo. No pretendí dar soluciones, sino mostrar esa angustiosa impotencia que a todos nos atenaza".
De este periodo, por cierto, es uno de mis álbumes (discos) favoritos, "Songs of Love and hate" (1971) que asimismo refleja el estado de ánimo de Cohen en aquellos días.
El segundo de los libros que leí fue
La Caja de las Especias de la Tierra (The Spice-Box of Earth) que
está considerado como ejemplo de la espiritualidad de la generación beat
("beatific"). El poeta lo dedicó a sus abuelos, a su abuela la señora
Lyon Cohen y a su abuelo el rabino Solomon Klinitsky ("mi bravo
abuelo"). Leonard Cohen fue siempre un judío practicante (incluso cuando
se convirtió en un monje budista-zen). Algunos recuerdan que algunos
escritores, compositores e intérpretes judíos de su generación cambiaron sus
apellidos. Robert Zimmerman (Bob Dylan), Allen Konisberg (Woody Allen) o Carole
Klein (Carole King). No todos, claro. Sin embargo, Bernard Avishai dijo de
Cohen que, junto a Philip Roth, "es el artista más profundamente judío del
siglo XX". El se reclamó siempre hijo y nieto de sacerdotes (cohen,
en hebreo) descendiente directo de Aaron quien, según la Torah, fue hermano de
Moisés.
"Nada puede florecer en tu
ausencia,
excepto nuestra fe, que por medio de
el comprobaste
que tenía la mente trastornada y
apanalada"
- Oración de mi bravo abuelo
La temática de los poemas de La
Caja se centra en temas religiosos: escribe sobre sacerdotes, ángeles,
demonios, y el alma. Muchas de sus fuentes de inspiración están en los libros
de la Torah. Aunque no toda.
"Mi rabino tiene un Buda de
plata,
mi sacerdote tiene un talismán de
jade.
Mi médico ve maravillosos augurios
en nuestro prolongado veranillo de
San Juan".
- Mis Mentores
En Hydra con Marianne Ilhen
En la década de los 1960, mientras
vivía con Marianne Ilhen en la pequeña isla griega de Hidra donde había
comprado una casa y experimentaba con drogas escribió lo que algunos consideran
su mejor libro de poesía, Flores para Hitler (1964). Por detrás de cada
verso parece esconderse la inevitable sonrisa del poeta ante un siglo XX bañado
en sangre, flores y miseria.
"No se si el mundo ha mentido
Yo he mentido
Yo no se si el mundo ha conspirado
contra el amor
El clima de tortura no constutuye
ningún consuelo
Yo he torturado".
Queda claro pues
que, de todo lo que he leído, mi favorito es “Flores para Hitler” que
escribió en la década de los 1960, mientras vivía con Marianne Ilhen en
la pequeña isla griega de Hidra donde había comprado una casa y experimentaba
con drogas. Por detrás de cada verso parece esconderse la inevitable sonrisa
del poeta ante un siglo XX bañado en sangre, flores y miseria. El libro causó
cierta controversia en Canadá, algunos “críticos” dudaban de la condición de
poeta de Cohen.
“El lenguaje ha desaparecido,
estrujado hasta su desaparición en
la comida, los besos”.
El volumen, según su autor, podría haberse titulado “Sol para Napoleón”
y, antes, “Murallas para Genghis Khan”, pero, al final, optó por el que
es. Además, el nombre “Hitler” aparece en dos de los poemas:
“El opio y Hitler
le convencieron
de que el mundo era de cristal
no había cura”.
(el primero)
“Dejadle ahora que duerma con la
historia
El verdadero esqueleto que apesta a
gasolina,
Sus secuaces Otto y Fritz junto a
él:
Dejadles dormir entre nuestras preciosas
amapolas”.
(el segundo
Pero, que nadie se equivoque: el
libro no va de Hitler. Es un viaje, una “migración”, en el que el poeta está
acompañado, claro, de Marianne, su musa.
Querido viejo Leonard, ¡cuántas
sensaciones distintas producen la lectura de tus versos! Son mucho más que
truenos.
Bibliografía
Leonard Cohen, La energía de los
esclavos, Madrid (1974): Visor.
Leonard Cohen, La caja de
especias de la tierra, Madrid (1979): Visor.
Leonard Cohen, Flores para Hitler,
Madrid (2001).:Visor.
Referencias
Anthony Reynolds, Leonard Cohen.
A remarkable life, London (2010): Omnibus Press
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