BERNANOS, GEORGES
Gerard Depardieu en Bajo el Sol de
Satán
Esto no va de Gerard Depardieu
aunque lo parezca. Para muchos, Bajo el sol de Satán es la película de
Maurice Pialat protagonizada, claro, por Depardieu. Quizá ésto ha movilizado a
los lectores de Le Monde para colocar la novela de Georges Bernanos que
inspira la película en el número 45 de su Inventario. No importa que el
público "entendido" que vio la película en el Festival de Cannes la
abucheó. Aún así recibió la Palma de Oro. Antes de entrar en el tema, algunas
cuestiones previas. La primera cuestión tiene que ver con el título "Satán"
o "Satanás". Depende de la edición, aparecen uno u otro
nombre. ¿Hay diferencias? He recurrido al María Moliner (regalo de mis
hijos): aquí solo habla de "Satanás" ("uno de los nombres
propios del principal de los demonios"). De "Satán",
nada. Si está, sin embargo, en los de la Academia y en el Espasa de sinónimos:
"el demonio, Satanás". ¡Menos mal! Porque la edición que he leído (la
de 1962), aparece "Satán" y no "Satanás" que
es la que parece en la portada de "Cátedra". El matiz es importante.
Porque, por ejemplo, yo había leído El perro de los Bakersfied titulado
en otros lugares como El sabueso de los idem y corría el peligro de
tener que leer dos veces el mismo libro.
Georges Bernanos joven
Hubo un tiempo que, de Georges Bernanos, me sonaban el Diario de un cura rural y el Diálogo de carmelitas que andaban por casa. Digo que me "sonaban", porque no me acerqué ni a las tapas. Aquello me parecía de un carca horroroso. Pasaron los años y descubrí a un Bernanos distinto. A aquel derechista católico que acabó denunciando las matanzas franquistas en Mallorca tras comenzar simpatizando con los rebeldes. Sobre la guerra civil española dejó dos obras: Los grandes cementerios bajo la luna y el Escándalo de la verdad a las que Herbert Southworth llamó "libros iracundos". He vuelto con Bernanos gracias al citado Inventario. En este libro -su primera novela- ya están patentes sus preocupaciones religiosas. Bernanos ahonda en la psicología del hombre donde tiene lugar el enfrentamiento entre el bien y el mal, la fe y la desesperación.
La novela comienza comienza con la
historia de Mouchette, una joven abocada al suicidio, y continúa con el relato
entrecortado de la vida de un pobre párroco de un pobre pueblo. Bajo la apariencia
de cura rudo y torpe se esconde un alma santa que librará un terrible combate
contra Satanás. Hace notar Bernanos que lo que la gente llama "tentaciones
diabólicas" no son más que las propias pasiones que se levantan contra el
pobrecito burgués de alma frágil, un chiste en realidad. "El odio de
Satanás está reservado a los santos", y el párroco de Lumbres lo sentirá
hasta casi la muerte, en su propia carne y a través de los pecados de los
feligreses que, a cientos, acuden a confesarse con él. La tentación suprema
consistirá en el peligro de desesperación, como medio de asemejarse a la agonía
de Cristo en la Cruz. La lectura se vuelve difícil por momentos, con saltos en
el tiempo, monólogos alucinados, escenas próximas al mundo de los sueños...
Pero, dominándolo todo, late en esta novela un aliento que sobrecoge: aquí se
palpan los misterios más escondidos del hombre y de la fe, las verdades más
desnudas, los escalofríos más siniestros. " Yo soy el Frío en
persona", exclama Satanás por contraposición al Fuego devorador del
Espíritu Santo. Y el lector, sobrecogido, asiste a ese combate singular que
tantas veces se le escapa, pero que le abre los ojos a esas realidades
sobrenaturales que tan frívolamente desdeña el racionalismo.
Frédéric Beigbeder comienza su
reseña con una declaración: "Tengo que confesar que, antes de empezar
esta crónica, nunca había leído a Bernanos. Sí, ya lo se, habitualmente los
periodistas literarios fingen saberlo todo; incluso bajo tortura, siempre repetirán
que la carne es débil y que han leído todos los libros. Pero yo me compré Bajo
el sol de Satán editado por Plon y, contrariamente a mis prejuicios
(Bernandos, el gran panfletario católico, blablabá, socorro), me vi impactado
por una obra fascinante y alucinada, de una violencia áspera y sagrada. ¡El
exorcista es un juego de niños!"
Ricardo Gullón señala que "para
Bernanos el mal no era una abstracción. Instruido por la experiencia y por una
suerte de intuición profunda y vasta, reflejó ambientes demoníacos y almas
poseídas por el espíritu perverso. Su novelística se distingue por la presencia
de esa enorme sombra, de esa fuerza tenebrosa y difusa que presiona sobre todos
los hombres. No se forja ninguna ilusión acerca del sinuoso enemigo. Esperanza,
sí. Esperanza cristiana, no estólida y boba convicción de que la batalla se
ganará sin esfuerzo. Pues la esperanza en la victoria no ahorra los penosos
encuentros, los continuados choques, la permanente actitud alerta".
La conclusión de Beigbeder, claro, va en otra línea: "Me da vergüenza hablar de Satán tan brevemente quizá me fulmine en plena redacción de este libro, justo cuando estaba a punto de gritar: 'Tu madre chupa pollas en el infierno. ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!', haciendo giros de trescientos sesenta grados con la cabeza..."
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